Quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado y ahora soy yo la que no quiere que vuelvas.

Quizás tu me veas diferentes, quizás no me veas como otras personas, quizás sea distinta para tí, o tal vez puede que sea la misma siempre y en todo, pero ¿sabes qué? que sigo siendo yo, sigo siendo la que te cuidaba, la que te protegía, a la que tú llamabas cuando tenías frío y a la que llamabas cuando querías consuelo. Sigo siendo la que te daba su calor en las noches de invierno, la que te hacía alcanzar el cielo sólo con el roce de mi piel... pero ya no soy yo la que te quiere, la que te necesita, la que te busca y mucho menos la que te espera. Tú te fuiste sólo y quien se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado. Pero yo que tú ya no me preocupaba en volver, porque cuando tú llegues a tu destino, yo ya no te estaré esperando.

Es la realidad, una realidad que se ve con los ojos cerrados.

Si algo me ha enseñado esta vida en estos pocos años es que las cosas se terminan acabando. Las cosas se marchitan y dejan de existir. Las cosas que realmente valen la pena son las más difíciles de conseguir, las que más cuestan y en donde las lágrimas es la primera arma de debilidad, pero sin embargo siempre he querido ser fuerte, ha sido mi principal meta. Puede llegar algo en cualquier momento que sea mucho más fuerte que tú, pero sabes que si quieres, puedes y yo puedo.
Cada obstáculo que me ponga la vida lo voy a superar, y cada vez lo iré superando en un tiempo récord, hasta que llegue a un punto, que los salte todos con los ojos cerrados. No me voy a quedar quieta y voy a seguir luchando, luchando por lo que quiero y merezco, sin embargo, no puedo decir que -nunca más caeré en el amor- o -seré fuerte para siempre-, porque, en esta vida tambien he aprendido que los "nunca más" nunca se cumplen y los "para siempre" siempre terminan.