lunes, 26 de septiembre de 2011

No nos importa quienes seamos, ya nos sabemos de memoria quién y cómo es la persona a la que amamos.

Anoche el sueño no aparecía por ninguna parte, supongo que sería porque estuve toda la noche pensando en lo que sucedió. Sinceramente todavía no entiendo el por qué. Debería de haber dormido bien pero mis pensamientos me lo impidieron. De tal modo que puse mis piernas en la alfombra, mientras me levantaba y me ponía mi bata. Fui hacia el espejo, con cuidado de no despertar a mis padres.
Mi imagen se reflejaba en él y yo no sabía quién era, no me encontraba. Hasta que poco a poco todo fue apareciendo... primero mi físico, ya se veía todo más claro y luego... bueno, luego, sin saber cómo mi pensamiento lo empezó a recordar todo, desde el principio, desde la primera mirada, desde la primera sonrisa.
Fue hermoso, mi cara tenía una sonrisa pintada hasta que llegué a la parte de los cielos oscuros, de la ruidosa tormenta, del dolor en el corazón...
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Mi sonrisa se iluminó diferente, bueno creo que ni siquiera se iluminó, cambió. En ese momento me acordé de aquella frase que me llegó a decir una persona... -te mereces más que una sonrisa pintada al revés- Ahí me di cuenta que no valía la pena estar de pie, mirándome al espejo mientras inconscientemente recordaba las cosas del pasado y lentamente me llevé mis dos dedos índices de cada mano a los dos extremos de mis labios, hice un gesto hacia arriba y mi sonrisa volvió a aparecer iluminada.
Esa noche volví a soñar contigo...

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